domingo, 3 de julio de 2011

Renaciste en un aullido a media noche. Chapter 5 (parte 5).

Me relajo, si me altero perderé los nervios y ahora no tengo ganas de llorar. Miro a John. Tiene la vista puesta en mí, desconcertada, asustada. Le tiemblan las manos y se ve obligado a soltar la cámara en un golpe seco sobre la mesa. No aparta la vista de mí, está muy preocupado. Yo prefiero no atender mis preocupaciones. Pero de un modo u otro, tengo miedo y siento unas ganas irresistibles de gritar y tirarme del pelo. Me imagino calva, no sería una situación agradable. Me termino el helado pasiva. John parece no conseguir tragar nada más que su propia angustia. No sé si hablar o no, pero la noche está cayendo y con lo que nos ha pasado pienso que sería conveniente que nos fuéramos a casa, pero John parece tan sumergido en sus pensamientos que no sé de qué forma interrumpirle sin parecer desesperada.
John levanta la mirada, es el momento. Miro hacia ambos lados levemente y me levanto con cuidado para que la silla no suene. John sigue cada uno de mis movimientos aun pensativo. Me aparto unos centímetros de la mesa y me acerco a John, que sigue mirándome, me está empezando a asustar, parece condensar toda su ira en su mirada. Una mirada fulminante. Exhala un gran suspiro y apoya sus manos sobre la mesa para levantarse. Me echa una última ojeada inquietante antes de perder su mirada en las baldosas del suelo. Caminamos durante 10 minutos hasta llegar a la casa de John. Yo camino con las manos metidas en los bolsillos, para darle a entender que yo tampoco, al igual que él, estoy por la labor de que me tranquilice nadie. Pero, ¿para qué estarán haciendo eso? ¿Qué tenemos nosotros que quieren ellos? No lo llego a comprender, puede haber muchas razones, pero ninguna de ella concuerda. Si nos quisieran robar algo no se habrían quedado simplemente observando, nos habrían atacado. Levanto la mirada, porque aunque ya haya pasado lo de la playa, todavía tengo miedo de volver a toparme con ellos. Vuelvo a bajar la mirada yo observo la velocidad de mis pies. Acelero el paso y vuelvo a mirar hacia arriba. La gente se ha esfumado, no hay nadie en la calle. Me giro en mi misma para ver si alguien nos sigue. El ruido se aleja de nosotros y supongo que estamos en una calle en la que no suele haber actividad, porque John camina con supuesta tranquilidad.

1 comentario:

Hers dijo...

Una historia muy bonita!! la leere a menudo!
pasate por mi blog cuando puedas http://aquella-preciada-inocencia.blogspot.com