domingo, 29 de mayo de 2011

Renaciste en un aullido a media noche. Chapter 4 (parte 4)

- Resérvese sus músculos para otros momentos, porque yo en mis épocas de joven le habría ganado en un concurso de pesas con los ojos cerrados señor Manly.- dijo mi padre adoptando una tono de superioridad e imitando la postura de John, quien enrojeció rascándose la nuca y volvió a concentrarse en el desayuno.
No puedo evitar reírme de la escena, por lo que John sube la vista y posa su mirada en mí, con intención es intimidarme y hacer que me deje de reír, pero yo no lo hago, sigo riendo y cada vez más, lo que hace que John menee la cabeza y se resigne a ser objeto de burla. El señor Manly, el chico duro del instituto se ha convertido en una tierna y tímida persona que teme que se burlen de él. Me da pena, quizás el piense lo mismo que yo, en nuestra ultima conversación antes en el hospital, por lo que me apiado de él y me dejo de reír, todavía burlona. Intercambio miradas con mi padre que todavía deja escapar alguna carcajada y sé que me entiende cuando lo miro así, diciéndole que se deje de reír, que ya es suficiente. Obedece.
Me termino el desayuno y me apresuro a ir a la habitación en la que me encontré con John. Me siento en el escalón que da a la playa y ahora comprendo que no eran ventanas, sino puertas que dan a la playa. La casa es muy bonita, de madera, acogedora y con un color azul cálido. Miro a la playa, la marea, el mar. Impasible, feroz arrastrando olas y más olas. Surfistas que llegan los primeros para coger las mejores olas, familias que ponen sus sombrillas en la arena y sus hijos que juegan con ella en la orilla. Un recuerdo intenta atraparme, pero yo soy más rápida esta vez e impido que entre, que me provoque dolor. No, otra vez no.
   - Viernes.- el sonido de su voz me sobresaltó, me giré, aunque lo encuentro ridículo, se quién es. John está en el porche de la puerta esperando una reacción.
   - ¿Qué?
Sonríe, irónico, como si lo que acababa de decir fuera obvio. Pero da el caso que yo no lo comprendo. Y me siento tonta, una palabra como viernes que no tiene sentido en este momento, ahora comprendo, se refiere a que día estamos, pero no es el momento de echarse atrás y dejo que se acerque a mí. Él se sienta a mi lado y me para el brazo por los hombros y hace que apoye mi cabeza en su hombro. Me sorprende la confianza que tenemos, no llevamos ni dos días de amigos y ya me acoge en su hombro, ni siquiera sé si somos realmente amigos, o si solo está conmigo porque se ofreció a traerme aquí, mejor lo dejo en que somos amigos. No tengo ganas de pensar y John me explica a qué se refería con el viernes. Luego lanza otra palabra al aire, como viernes.
   - Sicilia.
Y esta vez lo comprendo a la primera. No me tiene que explicar nada. Yo asiento inmersa en el olor que desprende su cuerpo, todavía huele a las tortitas de mi padre. Entonces se hace el silencio, bastante largo, pero perfecto, no hacen falta palabras, ni siquiera miradas, sé que los dos pensamos en la playa y en el momento, en lo que nos está sucediendo, que ni yo misma comprendo. Lo único que sé, es que ahora soy feliz tal y como están las cosas, aunque podrían mejorar. Pero John basta para dibujarme una sonrisa, y mi lucha con ella ha terminado.
John gira la cabeza y hunde su nariz en mi pelo. Respira y me llega el calor de su respiración, siento como cierra los ojos para concentrarse en su olor, y siento su sonrisa en mi pelo y me lo besa con suavidad. Sea lo que sea lo que me pasa con John, me gusta y no voy a hacer nada para que cese.
Aparta su cabeza de la mía, deprisa, me quita la protección que me ofrecía su brazo alrededor de mis hombros, se levanta y me ofrece la mano. La acepto.
  - Vamos a dar un paseo por la playa.- su sonrisa me tranquiliza. Asiento.
Me doy prisa en prepararme para salir. Bikini. Vaqueros cortos. Camiseta de tirantas. Chanclas. Perfecto, estoy lista. Voy a buscar a John a su habitación, me sorprende lo orientada que estoy en esta casa a pesar que no la conozco aun. Pero reconozco la habitación de John porque pone su nombre en la puerta. La abro despacio y me encuentro con que John se esta preparando todavía, no lleva camiseta. Porque será que cada vez que abro una puerta lo encuentro sin camiseta. Cuando nota que la puerta se abre, me mira.
   - seguro que estoy más fuerte que tu padre en sus épocas jóvenes.- dice sonriendo, y me hace sonreír, para mí esto es todo un record, ¿cuánto hará que  no sonreía así?

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